¿Qué hacer cuándo no se tienen ganas de vivir? Simple, seguir viviendo, mirar hacia delante y levantar la cabeza; caer y levantarse para volver a caer y volver a levantarse. Muchas veces nos rendimos, pero los que esconden la cabeza bajo la almohada o los que se evaden a caladas, la mayoría acaban intentando ser felices o al menos, aparentarlo. Ser feliz es muy fácil decirlo, pero muy difícil serlo. Lo que siempre hacemos o intentamos es sonreír, no porque sí, sino porque pensamos en el pasado, en cuando éramos felices y eso nos gusta, entonces sonreímos. Nos gusta porque en el pasado hubo personas que nos hicieron realmente felices y ahora las recordamos. Intentamos buscar en el jodido presente personas que nos hagan sentir igual y las encontramos, aunque nos cansemos de buscar una y otra vez, las encontramos. Eres cada día un poco más feliz. Sigues sonríendo porque buscas la felicidad en otra gente, aunque siendo sincera, no sonrío si veo a otra gente feliz. Pero nos intentamos adaptar a la realidad en la que estamos, pensando en que dentro de poco estaremos con las personas que se cuentan con las manos de una mano, y viendo correr los segundos que pasan para poner punto y final a una situación que no gusta, pero que, sin embargo, no podemos remediar. Ahora y sin darse cuenta, nos encontramos en el lugar que nos corresponde y que cada día nos hace más felices, porque así es la vida y como ella no se adapta a nosotros, somos nosotros los que tenemos que adaptarnos a ella.
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