Se trata de saber elegir, en su sentido más amplio; esto
supone, como mínimo admitir (después) que se ha cometido un error, que se ha
metido la pata. Puede que tomáramos la decisión de todas formas.
Como en “Big Fish”, “sólo los peces muertos nadan a favor de
la corriente”, aunque a veces la propia fuerza de la corriente seamos nosotros
mismos excusándonos en que quizá llegue un tiempo mejor, cuando, en realidad,
el tiempo nada en nuestra contra.
Me niego a acatar la resignación como disculpa; no somos
peces muertos.