Que acabe el mundo para todos

Somos totalmente culpables de cualquier decepción, y cuando digo totalmente me refiero a que tenemos constancia de ello. Las personas no decepcionan, nos decepcionamos nosotros mismos. Queremos que todo vaya tan jodidamente perfecto que nos creemos nuestras propias mentiras; ilusiones que, por otra parte, si se cumplen, es por pura casualidad. Esperanzas que son fruto de nuestra imaginación y que nos hacen felices hasta que no se cumplen y entonces nos decepcionamos.