Sólo tenemos el gusto de admirar a un número muy reducido de personas y, de esas, realmente solo admiramos a una. Claro que, intentamos recolectar todo lo mejor de cada ser humano que pasa por nuestra vida y valorar cada pequeño detalle innovador en el que nunca habíamos reparado. Sin embargo, después de tanto tiempo, reparas en algo esencial pero que, ciertamente era el punto de partida...
Y es que la persona a la que admiras eres tú.
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